Hace más de 25 años, conocí a una mujer extraordinaria que cambió mi vida para siempre. Esa hermosa mujer de bellos ojos verdiazules y mirada amorosa fue conocida en su tiempo como Madrecita Laura Antonia.
Esta mujer bellísima y justa, en una dimensión que muy pocos pudieron aquilatar en sus espíritus, fue mi madre espiritual y lo seguirá siendo hasta el fin de mis días. Ella fue la más justa y amorosa persona que conocí en toda mi vida. Podía estar furiosa por algo o con alguién porque ella veía má allá de lo que todos pueden imaginar y sabía perfectamente cuál era la condición espiritual de todos y cada uno de los que estaban en su entorno, pero al instante era la más amorosa y tierna mujer que entregaba, en su mirada, todo el amor que traspasaba el espíritu de quién se hacía merecedor de aquel gesto.
Gracias Madre mía por todo el amor que siempre me brindaste y gracias por darme a conocer el verdadero Dios. Aquel que no otorga perdones y da a cada cual lo que realmente se merece. Ni Mas ni menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario